4.30.2020

El Sueño Americano --¿Sirena Intermitente? reseña de Linda R. Guglielmoni al libro Acantilados del Sueño de Antonieta Villamil


EL SUEÑO AMERICANO —¿SIRENA INTERMITENTE?—



—Reseña de Linda M. Rodríguez Guglielmoni, Ph.D
Catedrática, Universidad de Puerto Rico-Mayagüez.

…and Manifest Destiny was behind me now.
My face frozen in the ice-cream paradiso
of the American dream, like the Sioux in the snow.
Omeros Book Four, Chapter XXXIV,I Derek Walcott

Acantilados del sueño” de Antonieta Villamil es el libro con el que la poeta colombiana residente en Los Ángeles, California, comienza el milenio 2000. Éste fue otorgado en mayo del 2001, por unanimidad; el Premio de Poesía “Gastón Baquero” en España.
En este libro, Villamil examina la experiencia del migrante en Estados Unidos y cuestiona la idea del llamado sueño americano. La indagación se lleva a cabo, a través de imágenes urbanas, cuadros de desaparición, alienación, desplazamientohistorias de violencia, discriminación, desarraigo y asimilación. Historias de mujeres y hombres que persisten y luchan en medio de un sistema deshumanizado que se desintegra. La autora utiliza un idioma exuberante que desde los primeros versos nos hace pensar en La vida es sueño de Pedro Calderón de la Barca.
En este libro el estado de ensueño se torna en pesadilla y muerte.  Se examina y cuestiona la validez de las ambiciones que se crean por medio del bien anunciado y vendido sueño americano; el proceso comienza así:

Cuando la oscura estepa se derrama
con su luna y su flagrante indicio
de luciérnagas lejanas sueña,
contorsionados pájaros bajo sus párpados
le blanquean el ojo y tiemblan
las membranas del sueño
bajo fugaces pestañas.” (11)

Estas líneas, que describen el instante en que se ve el blanco de los ojos, pertenecen al poema que se titula, Acantilados del sueño. Se debe subrayar que este poema tiene la función de evocar los efectos sofocantes y frustratorios de una grabación que toca un instante de una melodía una y otra vez, ya que el final lleva al lector directamente al principio una y otra vez. Este poema con su forma circular introduce al libro el tema cinematográfico —recordemos que hoy en día gran número de las películas producidas por Hollywood forman parte de la maquinaria que echa leña al fuego del consumismo y que vende la ficción como realidad— ya que se nos dice que en este sueño

“pasa la fugaz película
de parajes enroblecidos
con un buril que destella
rostros, voces,” (11)
      
Además, aquí en estas líneas se introduce al panorama que se presenta en el poema un objeto-símbolo que nos debe, si prestamos atención, chocar y despertar de nuestro estado soñoliento; tal es el buril, de acuerdo al Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia, instrumento de acero, prismático o puntiagudo, que sirve a los grabadores para abrir y hacer líneas en los metales. Tal objeto-símbolo, si nos concentramos sobre su forma y uso, nos debe hacer recapacitar sobre el doloroso precio que hay que pagar para lograr entrar al sueño americano, fantasía que se nos mercadea y vende a diario como la más valiosa y digna de ser deseada.

La problemática de la fantasía versus la realidad que comprende el sueño americano, además, se ve alarmantemente reflejada en el poema, Imagen de Nueva York (17). En este poema se habla del “extenuado espejismo”, de un “Orfeo alucinado” y de la “añoranza de una vaca mecánica”.
Recordemos que Orfeo es el seductor, el encantador, pero también el esposo quien al final fracasa en su intento por recobrar a su esposa y sacarla de las entrañas de la tierra. Orfeo muere destrozado por las Tracianas, las partes de su cuerpo esparcidas por el mundo.
Aún más, la vaca, antiguo símbolo de la fertilidad y la madre, aquí se convierten en máquina, perdiendo así su calor materno. Precisamente, en este poema abundan las imágenes de la tristeza y de las voces que nadie escucha. Por ejemplo, el día que se describe en Imagen de Nueva York es lluvioso:

“Agujas de agua zurcen
en el aire un manto vertical” (17)

Abundan las referencias a voces perdidas y en cierta instancia estas voces se mezclan con el color rojo. El rojo, evocado por una referencia a la sangre, es símbolo de la vida y muerte, la libertad y tiranía. Pero el acto de no escuchar, no prestar atención, se vuelve en este instante “turbulenta sordera”:

“No en tus oídos, en tu sangre
se tañe el mismo bullicio que se
arrebata en turbulenta sordera.” (18)

De hecho, Imagen de Nueva York es un poema aterrador ya que aunque escrito en 1998 antes de los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, las imágenes utilizadas en éste nos llevan a recordar acertadamente los eventos de ese día, como en estas líneas:

En ecos de pared contra ventana,
            las voces en desconcierto
                              se lanzan en desbandada
                        por los rayos de hierro
en forma de letra zeta
de las escalinatas incendiarias.

La sirena intermitente en su canto,
se atropella enrojecida
contra muros y edificios.

Calibra el turno de la muerte
sobre el Hudson.” (18)

Claramente se retoma el tema de la película y la industria del cine americano en el poema, Después del cine (20). En este poema el hablante va al cine, como todos lo hacemos, para escapar por un par de horas de la realidad, para consumir y gastar dinero, eso es participar de la “histeria de soda” para quedar “embalsamada en palomas de maíz” y para ser absorbido por “sus imágenes bien manipuladas, cálidamente congeladas, representando la no presencia.”
De forma sutil se hace referencia a los principios del uso de la tecnología para construir los llamados blockbusters: espectáculos diseñados para ser consumidos por millones de personas y a su vez acabar consumiendo el bolsillo de millones de seres comunes para engrandecer el bolsillo de unos pocos. Es preciso notar cómo en el siguiente verso se hace una referencia a la película Jawsblockbuster producido a finales de la década 70:

Te ríes de sus estúpidos chistes
a la hora exacta y por la orilla
de tu desgano su tiburón abre fauces,
por las que escurre tu víscera sonrisa,
una viscerable ausencia.” (20)

Pero, después de tanto dolor y muerte, ¿podrán los seres humanos sobrevivir y superarse? El poema, Clepsidra en flauta, que da fin a la primera sección de Acantilados del sueño parece indicar que sí será posible. Una clepsidra es un reloj de agua, o sea que en este objeto-imagen se unen los elementos del tiempo, reloj, y de la maternidad, agua.
De hecho en el poema la madre, “pobladora de partos y dolores”, habla para recordarnos: “No hay mal que dure, ni cuerpo (34). Sobre todo, a la madre se le dirige una petición —más bien súplica— a través de las últimas palabras del poema:

Clepsidra si a deshoras te leemos,
si no te reconocemos; no dejes
que ningún fuego filudo nos desaparezca.
Inunda de milenios nuestra mano. (36)

El “fuego filudo” es, entre tantas posibilidades: la guerra, el hambre, el bloqueo económico, el holocausto, la bomba atómica, los ‘drones’, el ántrax, la viruela, el virus creado en laboratorios militares, etc.  De hecho, es todo lo que hemos inventado o transformado para matar y destruir en nombre de cualquier “inmensa idea que pretende esclarecer el mundo” (36). 
Por otra parte, la mano es símbolo de toda la humanidad, ya que todas las culturas utilizan las manos, sus gesticulaciones y poses como lenguaje simbólico. La mano es sobre todo el instrumento de la comunicación humana ya que utilizamos la mano para escribir y transmitir nuestra sabiduría. Y precisamente es sobre la mano como objeto-símbolo que la poeta desea que meditemos por esto Villamil finaliza el poema con la frase: “Inunda de milenios nuestra mano.”
Este libro contiene una interesante sección, Para-Gato de Alambre 1984 —Ópera Rock Para Tiempo Estridente—Aquí el tono es diferente. Se podría describir como enervante y chocante… Una y otra vez el elemento tiempo que tanto nos afecta a los seres humanos surge en estos poemas que se marcan por la repetición del sonido del reloj así: “Tic tac tic tac tic tac.” 
            Es posible que el mensaje de Acantilados del sueño sea una advertencia sobre el estado de sueño repleto con fantasías sin substancia en que nos encontramos montados, un sueño que lleva a un acantilado abismal en donde nos ahogamos fácilmente por falta de autenticidad, falta de humanidad y por falta de una conciencia ecológica colectiva y de paz en verdad sustentable. Mientras que si aceptamos la verdadera y sencilla mano humana —la sabiduría y la comunicación— junto a la clepsidra —lo maternal y eterno— se nos hará partícipes de un territorio donde podremos brillar con “ensalzada cumbia de jazz ardiente.” (35).

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